Belén decidió aventurarse en la manufactura de cerámica después de muchos años de trabajar en el campo de la publicidad. Su taller se consolidó y con su crecimiento se hizo latente una necesidad de un espacio propio. Buscaba un lugar «sin reglas», en contacto con la naturaleza y que tuviera vista al Ilaló para mantener una cábala que le ha acompañado toda la vida. Así llegó a un terreno en las faldas del volcán, en un sector limítrofe entre la ciudad y la ruralidad.
La Casa de Ladrillo y Pingo tiene una propuesta de «materiales honestos y construcción pura» que Belén identifica como de «perfecta coherencia» con su práctica como ceramista. Con la dirección y diseño de ERDC Arquitectxs, la construyó desde los cimientos, con la misma dedicación que deposita sobre cada pieza que llevar al horno. Eligió cada pingo y armó los pórticos de la estructura. Soñó con un laboratorio de experimentación y lo materializó con sus propias manos.
Esta casa es el cosmos de Belén, Pedro, su hijo, y su perra Lili. Es una segunda piel que recoge lo propio y lo más íntimo, lo doméstico y lo cotidiano. Es el espacio que le permite explorar sus intereses y su postura ante habitar un espacio, condensar su vida y trabajo y tener un bosque comestible.
*La Casa de Ladrillo y Pingo es un proyecto diseñado por ERDC Arquitectxs. La construcción. Por mutuo acuerdo, la construcción de la obra la condujo Belén bajo la dirección técnica del equipo de diseño.
Texto por Cuqui Rodríguez